Navidad se acerca y con ella los preparativos para disfrutar de unas hermosas fiestas y comenzar a despedir a un nuevo año que se consume. En los próximos días comienza a sentirse en la atmósfera una nueva celebración, la que se inicia con el respectivo armado y ubicación del árbol navideño.
Lo cierto es que la colocación y decoración del mismo significa ocupación del espacio existente; por lo que muchas veces es necesario reorganizar los ambientes para que el impacto afecte lo menos posible.
Como primera e inevitable medida es necesario establecer cuál es el espacio real disponible teniendo en cuenta las dimensiones de la habitación y las características propias del árbol.
En hogares pequeños una buena forma de ganar espacio es evaluar las prioridades y utilidades reales de cada uno de los muebles. El objetivo es tratar de prescindir de uno de éstos y reubicarlo en otra habitación, liberando espacio para el árbol de Navidad.
Si liberar espacio de esta manera resulta imposible o los moradores no están dispuestos a prescindir de algún elemento, la posible solución es adquirir un árbol más pequeño, que no afecte en la decoración original del ambiente.
Los árboles plantados en macetas y con un tamaño considerablemente menor se han vuelto muy populares debido a la escasez de espacios en departamentos y pequeñas construcciones.
El próximo paso es determinar concretamente la ubicación del árbol navideño, teniendo en cuenta que en torno al mismo debe crearse un foco de atención adecuado por medio de otros adornos alusivos a Navidad. Es importante seleccionar un espacio que no afecte las prioridades funcionales de la habitual convivencia en el hogar.
La idea principal implica armar un árbol navideño que sea la atracción principal de la sala pero respetando siempre la ubicación, las referencias de tamaño y el libre tránsito de los visitantes por lugares que habitualmente se encuentran vacíos.