El exquisito estilo italiano solventa su afamada reputación en la concepción de decoraciones de lujo, incorporando en las mismas solo elementos de especial y atractivo aspecto y de una calidad extrema, propia de épocas del esplendor renacentista con auge en algunas específicas localidades italianas tales como Florencia o Milán.
La arquitectura, por su parte, adquiere notoria preponderancia dentro de este glamoroso estilo decorativo que, lamentablemente, es accesible para unos pocos por el significativo coste que resulta la adquisición de piezas clásicas como mobiliarios, arte y esculturas características de este tipo de ambientaciones.