El cuarto de baño es una habitación donde se intenta muchas veces relajarse y aislarse por unos instantes del mundo que nos rodea.
Más allá de las características propias de cada uno es posible aumentar sus beneficios y crear un ambiente digno de un spa. Con unos sencillos retoques se pueden lograr fantásticas sensaciones que trasladan al cuerpo y el espíritu hacia un merecido oasis de descanso.
El orden es esencial para mantener armonía, por lo que es muy importante intentar mantener cada elemento en su lugar. Esto no significa que el espacio deba perder funcionalidad, sino que por el contrario la ganará basada en un ordenamiento prolijo.
Las velas están inevitablemente asociadas al spa. Independientemente de las formas, colores y tamaños, el juego de luces y sombras generado es estimulante natural para la espiritualidad. Colocadas alrededor de la bañera o en lugares seleccionados lucen espectaculares.
Los tapices tejidos o aquellos con impresiones florales, sin ser demasiado llamativos, encajan perfecto en un spa si son combinados con suaves toallas de algodón, en lo posible blancas para no desentonar con los colores neutros.
Teniendo en cuenta la preponderancia de blancos y algunos retoques en color es imprescindible contar con la iluminación adecuada para que los elementos utilizados en la decoración realmente luzcan.
Obviamente, deben buscarse aquellos artefactos y bombillas que produzcan luces tenues, que no rompan con la paz ni atenten contra relajados estados de ánimo. Vale la pena recordar que las velas colaboran constantemente con este fin, por lo que una pequeña lámpara será suficiente para anular la luz principal del cuarto de baño.
Los aceites naturales y sahumerios son infaltables. La aromaterapia reconforta y estimula a través de diversas fragancias. Es verdaderamente reconfortante sentir como delicadas esencias pueden ser disfrutadas por medio del olfato.
Las plantas y flores completan un combo especial que ayudará a cualquier cuarto de baño graduarse como una verdadera sala de spa.