Las diferentes tonalidades que ofrecen los metales los han convertido en materiales de moda para la decoración de interiores. De acuerdo a los ambientes donde se quieran aplicar estos elementos metalizados existen diferentes alternativas.
Cromo, níquel, acero inoxidable y otros conforman un interesante abanico en el que los colores permiten jugar con la integración y combinación de los mismos con el entorno.
En las cocinas, por ejemplo, las encimeras metalizadas son realmente vistosas e higiénicas, otorgando frescura y una superficie óptima para una limpieza sencilla.
Los metales con tonalidades cobrizas juegan elegantemente con el ingreso de luz solar a la habitación, algo que realmente produce un maravilloso efecto, digno de los grandes palacios.
En las salas principales, tanto oro como bronce están resurgiendo y poco a poco están recuperando un lugar protagónico. No sólo como apliques para las patas y otros partes de los muebles, sino como grandes paneles para ser colgados en la pared.
En los dormitorios la idea de colocar una cabecera de metal, que puede variar en su tonalidad está en pleno auge. Los adornos de metal para colgar de las paredes son accesorios elegantes, que le dan un brillo extra a cualquier ambiente.
Para las decoraciones con temáticas más rústicas, el metal corrugado es un material perfecto. Originalmente utilizado para la construcción de estructuras y paredes destacadas en los dormitorios y baños se ha ido incorporando en ambientaciones más sutiles y delicadas.
El hierro forjado, por su parte, presenta formas atractivas mediante distintos diseños de muebles y adornos. Barandas, rejas, bancos para interior y otros tantos elementos pueden literalmente embellecer un espacio tan sólo con haber sido tratados artísticamente al momento de su elaboración.
Como se referencia al inicio de este post, los metales ofrecen muchas alternativas, retomando paulatinamente un espacio importante que supieron tener su momento de esplendor en décadas anteriores.