La alocada rutina laboral y la vorágine con la que se vive en estos días atenta constantemente contra la búsqueda de relajación; algo que cuesta cada vez más conseguir. Después de todo, una pizca de tranquilidad para continuar o finalizar la jornada es un derecho que nadie debe prohibirse.
El hogar muchas veces a través del desorden y falta de armonía en pequeños detalles potencia esta sensación de adrenalina constante. Por suerte, existen algunas pautas que sin dudas ayudan a conseguir esa ansiada paz, al menos cuando las personas se predisponen a disfrutar de su morada.
Con unos sencillos retoques la armonía dejará de ser un anhelo para transformarse en una placentera realidad. Las flores, por ejemplo, resultan un calmante natural tanto por su aspecto como su aroma.
Los colores con los que están pintadas las paredes tienen mucha incumbencia en el estado de ánimo. Los colores azules, verdes y grises con tonalidades suaves; además de los clásicos claros como los beige o blancos ayudan a descansar la vista y, en consecuencia, colaboran con la relajación en general.
La iluminación de los ambientes es otro aspecto clave a considerar. Evitando bloquear el ingreso de luz natural y aire externo se puede percibir constantemente la bendición de un hermoso día o sentir la conexión con la tierra o el césped mojado a través del olfato en los días de lluvia.
Otro concepto relevante en busca de relajación son las texturas suaves. Las alfombras mullidas o los pisos de madera o mármol en contacto con los pies dan la sensación de libertad, de interacción con elementos naturales.
Las velas, sobre todo blancas, contribuyen a formar un entorno satisfactorio, aportando una suave y lenta danza de luces y sombras proyectadas. Los sahumerios también son elementos bienvenidos a esta fiesta de armonía y relajación hogareña.