Los portales hacia otro mundo son referenciados reiteradamente en diferentes ámbitos. Desde películas hasta los fervientes creyentes del contacto con el más allá suelen aseverar con convencimiento su existencia.
Crea en esta idea o no, cualquier persona puede trabajar igualmente en su propia puerta terrorífica con motivo de una decoración de Halloween. Es una empresa arriesgada, pero el proceso de realización es tan práctico como entretenido.
Registrando las dimensiones de la puerta a personalizar, el siguiente paso es cubrir la superficie total del frente con papel de cartulina negro, los que pueden unirse unos a otros con cinta transparente, dependiendo del tamaño de las mismas y el espacio a cubrir.
El factor clave para crear con éxito un rostro para darle vida a la puerta es hacer hincapié en la creación de los ojos. A la mitad de la puerta y ya teniendo un fondo negro, deben pegarse dos platos de cartón o plástico de color blanco.
En el centro de los ojos se colocan dos bollos de papel color rojo, al que se le aplicarán los detalles estéticos correspondientes con marcador negro. La nariz puede hacerse con un tubo de cartón de servilletas o directamente papel trabajado para lograr la forma deseada.
Para aplicar dientes putrefactos, basta sólo con introducir papel de periódico dentro de bolsas de papel marrón y darle forma. Cuatro o cinco bolsas arriba y otras tantas abajo forman una macabra dentadura.
Solo resta cubrir el sector negro que queda liberado; exactamente el destinado a la cabeza. Un interesante proyecto aconseja cubrir gran parte de la puerta con tiras de tela blanca, simulando una momia.
Abundante cantidad de pelo puede aplicarse con lana. La docilidad de ésta para sacudirse cuando se abre o cierra la puerta la convierten en una tentadora idea a cumplir. Lo único que resta, en el caso de haberlo cubierto durante el proceso de personalización, es dejar el picaporte al descubierto.
Una gran cantidad de modelos diferentes pueden ser creados, sólo depende del alcance de la imaginación.