El estilo victoriano en la decoración de interiores se asemeja a épocas de esplendor y protagonismo total de la realeza.
Su encanto atemporal y distinguidas terminaciones son características representativas de un ambiente con clase donde el buen gusto y detalles glamorosos son habituales.
Si bien es difícil respetar completamente el sentido del estilo victoriano de manera completa en todo el hogar, ubicando algunos objetos y respetando pautas tradicionales para dar el aspecto deseado permite acercarse mucho al objetivo.
Los elementos y materiales relacionados a la etapa del Renacimiento son muy utilizados. El metal es el material estrella al colocar adornos y accesorios en una habitación. Aquellos que fueron tallados o elaborados de forma artesanal son los más cotizados.
Las arcadas de las puertas que sirven para conectar un ambiente con otro, los trabajos en yeso y la colocación de molduras decorativas representan la esencia estructural del estilo decorativo victoriano.
Pese a su elevado costo económico las bondades visuales que ofrecen las habitaciones justifican holgadamente cada centavo invertido en la remodelación de los espacios.
Los cristales pintados, combinados con finos marcos en ventanales y muebles que posean espejos son una muestra cabal de la realeza que intenta significar el estilo victoriano.
No es necesario contar con grandes ventanales o enormes espejos. El secreto es colocar al menos un pequeño pedazo de cristal en lugares estratégicos. Uno de los grandes secretos distintivos del estilo victoriano es la combinación de tonalidades oscuras y con brillo propio con colores determinados como el dorado, rojo o plateado.
Para representar acertadamente la decoración victoriana, la abundancia de telas es un aspecto prácticamente ineludible y es una parte clave de la decoración.
La majestuosidad de las telas ofrecen a los vendedores la oportunidad de remontarse al pasado, viviendo en una casa ambientada con uno de los estilo más exquisitos de la historia.