Una selectiva colocación de espejos decorativos puede convertir literalmente el aspecto general de un lugar. Existe una amplia gama de tamaños, formas y colores y, en base al decorado de la habitación, pueden seleccionarse enmarcados o no, con diferentes tintes y espesores.
Generalmente, los marcos le dan una apariencia diferente, más allá del tamaño. Ya sean de madera o metálicos, el objetivo es que combinen y armonicen con la idea decorativa que refleja el espacio a embellecer.
Cuartos de baño, dormitorios, salas de estar, comedores e inclusive rincones obsoletos y pasadizos de una habitación a otra pueden verse beneficiados por estas brillantes maravillas sin fecha de vencimiento.
Pero, ¿qué se debe tener en cuenta al momento de seleccionar el espejo correcto? En realidad, depende de varios factores. En primer lugar, debe considerarse el tamaño de la casa o habitación a decorar. La idea es que el espejo sea parte del decorado, no que por su gran tamaño sea el único y exclusivo protagonista de la escena visual.
La calidad de los cristales es, desde el punto de vista decorativo, indistinta. El único requisito a considerar es la ausencia de defectos de construcción que sean visibles, como astillas o grietas. No es necesario ser un experto en la materia para darse cuenta de que un elemento es de mala calidad. Si el reflejo sufre distorsiones, el cristal es pésimo.
Los marcos con un toque añejo pero de perfecto acabado siguen siendo los representantes naturales del buen gusto, lo que no limita para nada la posibilidad de experimentar con otras opciones decorativas como los metales forjados o las maderas talladas y pintadas.
En definitiva, más allá del valor de los espejos, si siente que va a adaptarse a las características actuales del ambiente y le genera placer el verlo, no necesita pensarlo más ni analizar otro tipo de cuestiones. Indudablemente, ese espejo es para usted.