El dormitorio es una habitación donde los moradores buscan sentirse como reyes, o este caso faraones. La cultura egipcia ha aportado mucho de su estética y tradicionales jeroglíficos y adornos a la decoración y e una excelente manera de jerarquizar un ambiente.
Para lograr que un dormitorio luzca como un verdadero templo egipcio donde el relax y el descanso sean la prioridad es necesario tener en cuenta algunas cuestiones muy particulares, propias de esa gigantesca civilización milenaria.
El foco de atención de todo dormitorio es indudablemente la cama. En el caso de una ambientación egipcia la misma debe ser de baja altura con el fin de permitir la utilización de cabeceras con altos postes que permitan la colocación de cortinas de tela.
Los colores a utilizar tanto para las paredes como la ropa de cama deben ser con tonalidades neutras, con el fin de resaltar los detalles en dorado y otros brillos. Jarrones de cerámica, bustos de faraones, estatuillas de oro y la presencia de plantas tales como helechos colaboran de forma entusiasta en la transformación del espacio hacia este tipo de decoraciones.
En lo posible, el mobiliario debe poseer patas y respaldares tallados con motivos egipcios, haciendo homenaje a las finas formas arquitectónicas, habitualmente destacadas de esta cultura ancestral.
La civilización egipcia practicaba el arte de la escritura y el dibujo, por lo que los rollos de papiro, que pueden conseguirse en cualquier tienda local, los jeroglíficos y algunas pinturas relacionadas a su arte son los adornos ideales para ser colgados en las paredes.
Adquirir una pintura metalizada de color dorado y realizar algunos retoques a mano alzada en muebles y paredes replicará una técnica muy usada por los egipcios, haciendo referencia a la bendición del sol.
Un espejo de aspecto rústico, principalmente con marco de color negro o marrón oscuro es un complemento perfecto para concretar una íntegra ambientación egipcia del dormitorio.