Definir un estilo navideño no es tarea sencilla. Muchas personas optan por reiterar los mismos adornos y diseños durante años e incluso décadas. Sin embargo, en algún momento es necesario renovar e incorporar nuevos componentes para rejuvenecer y embellecer aún más el aspecto de un ambiente durante el período en el que árbol de Navidad se encuentra armado.
Una de las decisiones más inteligentes que prioriza una renovación pero sin dejar de lado aquellos objetos con valor sentimental y que forman parte de la historia de una familia es, sencillamente, integrar lo antiguo con lo nuevo. Así como distintas generaciones pueden reunirse en torno a una mesa, muchos adornos pueden complementarse sin demasiados inconvenientes.
Indudablemente, definir un estilo navideño antes de comprar nuevos artículos e incluso previamente a poner manos a la obra si no se pretende agregar adornos distintos facilita plenamente las tareas relativas al acondicionamiento de las distintas habitaciones. Transmitir el espíritu de las fiestas es, en gran medida, responsabilidad de una adecuada ambientación que transmita sensaciones de calidez, amor y esperanza.
Ahora bien, ¿de qué manera es posible mezclar lo añejo con lo novedoso? El primer principio para definir un estilo navideño radica en entender que no se trata de una competencia o comparación entre un grupo y otro. Seleccionando un accesorio de cada grupo alternadamente es una sabia decisión si se cuenta con demasiados objetos.
Generalmente, al definir un estilo navideño la realidad indica que los adornos antiguos gozan de esa elegancia vintage casi irreproducible, pero suelen ser colores un poco más apagados o, simplemente, deslucidos debido al paso de los años. En cambio, las piezas nuevas son más alegres y atrevidas en cuanto a diseños y patrones y es de esa forma que el equilibrio entre ambas tendencias está garantizado.
Al definir un estilo navideño, una excelente alternativa para no descartar del todo aquellos objetos que, por falta de espacio en árbol principal, no fueron utilizados es recrear otro exponente de menor tamaño. Son los llamados arbolitos de mesa y permiten la incorporación de entre diez y veinte adornos dependiendo del tamaño de los mismos.