Para poder aplicarle un toque distinto al hogar desde el punto de vista de la decoración rústica es importante considerar previamente qué es lo que la misma contempla.
Al pensar en este estilo lo primero que seguramente se viene a la mente son elementos tales como muebles de madera, una prominente chimenea y algunas astas amuradas en las paredes.
En realidad, este tipo de ambientaciones busca resaltar las características y bondades propias del entorno natural que convive con la vivienda. Es una forma estética de mantener vigentes tradiciones y costumbres propias de cada lugar.
Sin embargo, y con el fin de cumplir con una buena decoración rústica, es posible establecer algunas condiciones mínimas para que una habitación luzca con un aspecto acorde a este tipo de temática.
El primer paso es intentar mantener la esencia de lo auténtico, evitando la presencia de elementos demasiado trabajados. Cuanto más primitivo es el estado de un objeto, más concuerda con la decoración rústica.
Este estilo decorativo tiene mucho de vintage, permitiendo la utilización de artículos antiguos como alfombras y colchas. Los muebles de madera o cuero son específicamente los adecuados para concordar con ambientaciones rústicas; ya que originariamente este estilo nace de las antiguas cabañas americanas.
Los colores apagados y tonalidades neutras son los más utilizados, tal vez por la tendencia sombría que reflejan de un lugar que intenta mostrarse confortable dentro de la hostilidad del entorno natural.
Es característico de las decoraciones rústicas centrar la atención en una chimenea u otro punto focal perfectamente destacado, hacia el que se direccionan el resto de las piezas secundarias. Un sofá central y adornos con matices rústicos expuestos en muebles sencillos y escasos de detalles conforman una escena ideal.
Tomando en consideración estos simples principios aplicar detalles rústicos a una habitación será sin dudas una tarea mucho más sencilla.