Milenaria, exótica y sumamente armoniosa, la decoración japonesa sigue sumando adeptos y es cada vez mayor la cantidad de personas que adoptan este estilo como el principal al diseñar las ambientaciones en su hogar.
Con el fin de sorprender a los visitantes, algunos consejos ayudan a acentuar aún más las características propias de la decoración japonesa. El encanto oriental aflora rápidamente con unas simples acciones tendientes a fortalecer la identidad nipona.
Toda decoración japonesa principalmente prioriza la utilización de colores neutros como beige, gris claro o blanco; otorgando de esta forma un fondo sencillo, sin demasiadas exaltaciones visuales.
El orden geométrico es muy importante, buscando siempre mantener cierta simetría. Para remarcar esta ordenada decoración, es recomendable utilizar negro para enmarcar cuadros, rectángulos y figuras que ayuden a mantener esa organizada armonía.
El negro además un perfecto contraste para los fondos claros. Es por eso importante en una decoración japonesa incluir un tercer componente. Se trata de un color que logre darle vida e impacto a los ambientes.
La elección de estos colores sobresalientes se centra en los elementos naturales. Rojos, ocres y naranjas representan al sol. Por otra parte, el azul es obviamente representativo del agua y el verde simboliza la naturaleza.
Para habitaciones femeninas, el rosado suele ser una alternativa; sobre todo con tonalidades menos estridentes. Es fundamental pintar con uno o a lo sumo dos de estos colores para no sobrecargar y saturar el espacio.
En relación al mobiliario, deben ser cantidades reducidas y ubicadas conjuntamente, dejando lugar a espacios libres para una sencilla circulación. Esto coincida ineludiblemente con el estilo minimalista, muy común en las culturas orientales.
Las características principales de la decoración japonesa signan muebles pequeños, de escasa altura por la misma tendencia de comer, dormir y realizar otros tipos de actividades a nivel del piso.