El color elegido para pintar el exterior de una vivienda es la carta de presentación de sus habitantes hacia el barrio que los rodea, invitados o simplemente transeúntes que puedan sentirse atraídos por extravagantes colores.
La elección debe basarse teniendo en cuenta particularmente los detalles arquitectónicos. Existen algunas características inalterables debido a su capacidad de resaltar una vivienda.
En el caso de construcciones toscanas o mediterráneas, tonalidades naranjas, terracotas, amarillos y azules marinos son inexorablemente ideales para destacar las virtudes estructurales.
Las características de las personas que viven en el hogar son un aspecto que sirve de referencia para filtrar posibilidades en el proceso de selección. Colores más animados, por ejemplo, brindaran una apariencia fresca y juvenil. Los elementos naturales que se encuentran rodeando la construcción son una acertada inspiración. La concordancia del aspecto de la vivienda con la naturaleza es un efecto que resultará siempre efectivamente destacado.
El material con el que está construida la vivienda, fundamentalmente los revestimientos exteriores deben ser tenidos en cuenta para que el color sea acorde a sus características. El ladrillo, hormigón, yeso, madera o el material que sea tiene sus propias virtudes y es recomendable resaltarlas en base a una buena pintura. Es por eso que se recomienda elegir el color en base al acabado existente.
Si bien cada casa es única y seguramente los dueños buscaran darle un aspecto más personal, es aconsejable recorrer y visualizar las viviendas cercanas no solo para acceder a nuevas ideas. Generalmente suelen darse dos características bien marcadas. Por un lado, grupos de viviendas que respetan cierto patrón estético y por otro aquellos donde la libertad en la elección del color es absoluta.
Diferenciarse es algo bueno, desentonar deliberadamente es negativo. La clave es elegir colores personalizados, pero que a la vez puedan integrarse al entorno que los rodea.