Se dice que los mejores inventos son aquellos que de manera sencilla solucionan un problema grave. Dentro de esta clasificación puede indudablemente incluirse a las novedosas bombillas de agua.
Es que mediante su invención, el mecánico brasileño Alfredo Moser ha otorgado una valiosa alternativa a personas con situaciones económicas y habitacionales complejas, en las que el consumo energético causaba estragos en sus finanzas.
El método consiste sencillamente en utilizar la propia refracción que produce la luz solar en el agua. Es por eso que esta bombilla de agua, llamada también bombilla de los pobres, provee de iluminación durante las horas que el sol está vigente a distintas viviendas de todo el mundo.
El precario e ingenioso dispositivo puede elaborarse sencillamente con una botella plástica de dos litros, la que es llenada completamente con el vital elemento y la adición de lejía para impedir la proliferación de algas en su interior.
Las bombillas de agua se instalan fácilmente en el techo mediante la perforación de un agujero, el que se ajusta al tamaño de la botella con resina de poliéster; garantizando además una perfecta fijación del objeto.
Más allá de estar resolviendo en parte el problema de provisión de luz durante el día en países como Filipinas, Fiji, Tanzania o Bangladesh, las bombillas de agua pueden ser muy útiles para algunas construcciones existentes en jardines o espacios verdes; tal es el caso de depósitos, pequeños galpones e incluso invernaderos.
Las ventajas a considerar son varias, entre las que se puede destacar obviamente el ahorro en el consumo, la posibilidad de iluminar un espacio sin cableado o prolongaciones y evitar además apagones transitorios o dificultades con la manipulación de la electricidad.
Con la intención de graficar las bondades de estas reconocidas bombillas de agua basta con informar que, de acuerdo al estado del sol, pueden alcanzar una intensidad lumínica oscilante entre cuarenta y sesenta vatios.