El confort, la armonía y el bienestar en el hogar no necesariamente deben obtenerse por medio de cómodos muebles, decoraciones destacadas y delicados complementos.
Sumado a todo lo expuesto anteriormente, los aromas tienen una sensacional cuota de injerencia en la percepción general de los ambientes.
Es por eso que las fragancias presentes en el hogar deben reflejar la personalidad y las preferencias de sus moradores. Algo que debe considerarse constantemente es que, al igual que los colores ideales de paredes y otros accesorios, cada habitación gozará del aroma más indicado.
No es lo mismo aromatizar un baño, donde generalmente los aromas vinculados a las flores y la vida silvestre son los habituales que aquellos en los que la percepción de los mismos se suele ver comprometida por la abundancia de aromas propios, como ocurre en la cocina.
El cuarto de baño debe dar la sensación de limpieza, evitando olores clásicos a humedad. Lavanda, pino y principalmente aromas cítricos son los indicados; ya que agradan por la frescura que generan en un espacio generalmente más pequeño que otros.
En los espacios correspondientes a la sala principal, la elección de los tipos de perfumes a exponer es muy importante, ya que otorgan la primera percepción original de la vivienda. Las opciones son mucho más amplias porque no tienen limitaciones o preconceptos. Básicamente, todo vale.
El secreto para aromatizar una sala principal es intentar mantener la uniformidad. Poder utilizar cualquier tipo de fragancia es una ventaja; ya que no es necesario acoplarse a los preconceptos acerca de los aromas de cada especie.
En los dormitorios, lugar de descanso por excelencia, los aromas predilectos son las flores suaves como las rosas y la manzanilla. Aportan relajación, seducen al descanso y jerarquizan el ambiente con sus exquisitas fragancias.
Más allá de las aromatizaciones artificiales, con un poco de dedicación es posible elaborar artesanalmente una valiosa fragancia sin inconvenientes.