Últimamente el estilo vintage para la decoración del hogar ha ganado muchos adeptos y se ha convertido en una elegante manera de exponer valiosos objetos antiguos. La versatilidad de este estilo genera muchas confusiones acerca de lo que pertenece y lo que no a este tipo de ambientación.
La falta de precisión de una época exacta suele vincular al vintage con accesorios que son realmente ajenos al mismo. Al reflejar una temática relajada, antigua y con pequeños fragmentos de historia suele incurrirse en el error de incorporar elementos que, muy distantes de lo que se busca, son objetos de poca importancia, pasados de moda o muebles de segunda mano carentes de clase.
Para evitar malas experiencias y gastos innecesarios, existen algunas pautas que ayudan claramente a distinguir los accesorios exclusiva y puramente vintage del resto de los elementos. Algunos parecen serlo pero solo generan una pronunciada disminución de las bondades reales de este estilo.
El primer paso es saber que el auge de este estilo se fue generando exclusivamente con accesorios y muebles originarios de las cuatro décadas comprendidas entre 1920 y 1960. Partiendo de esa base, es muy importante saber si el accesorio a utilizar era considerado delicado, sofisticado y elegante para la época.
Para clarificar aún más que tipo de elementos son ideales, basta con tomar como referencia aquellos que son clásicos y que actualmente resurgen fuertemente para implantar una moda retrospectiva. Las publicidades de perfumes costosos, por ejemplo, utilizan mucho el vintage para transmitir mensajes de trayectoria, tradición y prestigio.
Acortando la curva de aprendizaje acerca de este glamoroso y rico estilo de decoración se puede aseverar que los cofres y maletas antiguas, candelabros, cuadros antiguos con un marco distinguido, lámparas de tela y arreglos florales estratégicamente ubicados son elementos que garantizan la presencia del estilo vintage en cualquier ambiente, sin ningún margen de error.
